Cinco autores latinos: cinco películas
Texto Miguel Domínguez
En este listado podrán encontrar cinco películas guionizadas por escritores latinos. Aunque admito no estar al tanto de la literatura de todos los aquí mencionados, preferí pasarlo por alto para expandir el mapa latinoamericano (en cuestión de autores, no de producciones); por ende, a un par de ellos solo he podido acercarme a través de estas imágenes. Las películas están en Internet y, exceptuando la mexicana, todas fueron descubrimientos recientes que me reconforta poder recomendar. Espero encuentren algo que les interese para partir en su búsqueda y, si es posible, continuar con los textos.
José Agustín (México): Amor a la vuelta de la esquina (1985)
Dirección: Alberto Cortés
En 1970, el escritor y cofundador del diario Reforma, José Agustín, fue encarcelado por ocho meses en Lecumberri. Delito: supuesto tráfico de marihuana. El escritor relata la experiencia en su libro El rock de la cárcel. Quince años después, en 1985, se estrena Amor a la vuelta de la esquina, de Alberto Cortés, con quien Agustín escribió el guión basado en El astrágalo, novela autobiográfica de Albertine Sarrazin donde relata su fuga del reformatorio a los 19 años, el encuentro con un motociclista del que se enamora (su futuro esposo) y la vida que empieza a llevar tras el escape.
Merecedora del Premio Ariel a Mejor Ópera Prima, destaca de su traslado al cine la distancia que traza con la interioridad literaria, marcando el ritmo en las acciones, los escenarios y viñetas sin necesidad de arcos narrativos o personalidades claras, dibujando a una protagonista cuasi-silente cuyos impulsos son crimen, sexo, amor y escapar. Una película solipsista en cuanto vive un eterno presente material y carnal; una película pasional en cuanto filma las noches de la ciudad, la mundanidad de la protagonista y su enamorar por el camionero (cambio del motociclista en la novela). Se puede encontrar una muy mala copia que ensombrece sus ya de por sí oscuras noches y que priva de detalle al hermosísimo rostro de la protagónica Gabriela Roel, pero, según la Cuenta Pública 2022, la Cineteca está llevando a cabo su restauración.
Senel Paz (Cuba): Fresa y chocolate (1993)
Dirección: Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío
La primera película cubana nominada a Mejor película de habla no inglesa en el Óscar, Fresa y Chocolate, fue una codirección entre Tomás Gutiérrez Alea y Juan Carlos Tabío con el guión de Senel Paz que adapta su propio cuento: El lobo, el bosque y el hombre nuevo, que aborda la relación entre un hombre homosexual y un joven comunista en la Cuba Castrista. Tomás Gutiérrez Alea, uno de los grandes versátiles cinematográficos de Latinoamérica, quien dirigió películas como la nueva-olesca Memorias del Subdesarrollo (1968) y la kafkiana Muerte de un burócrata (1966), en Fresa y chocolate retrata la relación de estos hombres que como no consuman lo sexual tampoco ausentan la pasión, valiéndose del plano-contraplano en largas secuencias de diálogos donde los personajes discuten sobre el arte, la revolución y la Cuba de ese entonces.
A 30 años de su estreno, asombra la lucidez que aquí reside sobre la convergencia entre lo político y lo sentimental; sobre el choque entre nuestro ser e ideal. El hombre al que le impiden participar de la Revolución por ser homosexual; el revolucionario cuyos dogmas políticos contradicen al sueño. En la Cuba de los 90, con la flexibilidad de proyectar aquello que 20 años atrás no habría podido, la película fue toda una sensación cuando aún se percibía cierta urgencia en el encuentro entre el arte, lo político y sexual (diluido en nuevas ansias).
Antonio Larreta (Uruguay): Yo, la peor de todas (1990)
Dirección: María Luisa Bemberg
Este es un cóctel de nacionalidades: la argentina María Luisa Bemberg dirige el guión con discreta participación del escritor uruguayo Antonio Larreta, adaptando Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe, el ensayo del mexicano Octavio Paz. Con la española Assumpta Serna interpretando a la protagonista titular y compartiendo pantalla en algunas de sus mejores escenas con la francesa Dominique Sanda, quien interpreta a la virreina. Aunque el escritor uruguayo parece perderse, resalto el notable logro de, junto con Bemberg, adaptar el extenso ensayo de Paz (casi 700 páginas) en una película narrativa sencilla, inteligente y apasionante.
En ésta seguimos a nuestra icónica Sor Juana en sus últimos años de vida siendo el campo de batalla en una disputa de poderes entre la Corona y la fe. Ella es prodigio de los virreyes, pero sus ideas desafían a la Iglesia. Su ritmo lo definen escenas concretas, como los intercambios intelectuales entre ella y los miembros de la aristocracia; el mudo amor entre la monja poeta y la virreina: majestad, pero también amiga, a quien le escribe poemas de amor disfrazados como admiración. Esa poesía corre en las venas del filme: en la voz de Sor Juana que la recita; en las hermosas secuencias líricas; en la actitud ardiente, tierna y directa que se respira en toda la cinta y que remata con contundente conclusión. De los descubrimientos hechos para este listado, este quizás sea mi favorito.
Gabriel García Márquez (Colombia): María de mi corazón (1979)
Dirección: Jaime Humberto Hermosillo
En 2018, la Cineteca Nacional restauró María de mi corazón, dirigida por Jaime Humberto Hermosillo y coguionizada con Gabriel García Márquez adaptando su cuento Solo vine a hablar por teléfono. Hasta hace cinco años no había condiciones dignas para verla.
Fue un proyecto independiente financiado por una cooperativa entre sus colaboradores, obtuvo un respaldo de 80 mil dólares de la Universidad Veracruzana y fue apoyada por el Sindicato de Actores Independientes. Esto último provocó que la Asociación Nacional de Actores impidiera la transmisión de la cinta. Después, fue prohibida por 6 años debido al supuesto parecido entre el personaje de la actriz María Rojo y, la en ese entonces primera dama, María Esther Zuno (esposa de Luis Echeverría). Hermosillo decidió guardar los negativos en el Museo Nacional de Antropología e Historia, donde fueron extraviados.
Parece una jugarreta del destino: sienta discordante tanta traba sufrida. Dejo su interés en mano de estas aventuras, pues me parece complicado hablar de la historia sin arruinar la experiencia. Lo dejaré en que está basado en un hecho real: un reencuentro amoroso entre un ladrón y su exnovia que ahora es maga. Pegan (estructuralmente literal) las pasiones e interacción humana de Hermosillo con las crudezas y precisión narrativa de Márquez, de forma que en papel suena forzado, pero resuelta con impacto sorprendente, haciendo que todos sus estruendos resuenen con más fuerza.
Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares: Invasión (1969)
Dirección: Hugo Santiago
Debut directoral del argentino Hugo Santiago, pero mejor conocida por su guión de Borges y Bioy Casares (aunque primero Borges), Invasión, como María de mi corazón, fue víctima de las bromas pesadas de la historia. No conectó con la audiencia en su momento; fue prohibida en el mandato de Videla tras el golpe de 1976, para que dos años después las bobinas originales fuesen robadas, desapareciendo casi por completo, pues en 2004 (¡26 años después!) se encontró una copia de 35 mm. Ahora se posiciona como la segunda mejor película argentina en la edición de 2022 de la Encuesta de Cine Argentino.
Suscrita a las tendencias de la Nueva Ola Francesa, la película habita el minimalismo mientras se entrega por completo a la forma. La historia, un thriller: agentes secretos enfrentando una invasión: ¿quiénes invaden? ¿por qué? ¿cómo? Poco importa. Su ‘batalla infinita’, así descrita por Borges, sucede en persecuciones y tiroteos; en vagas misiones y guaridas urbanas; por el deber y el amor: al amigo, a la patria, a la mujer. Como en pocas películas, sucede un milagro: sin surgir del texto, pareciese posible leer las imágenes. Hombres de trajes color crema brotan de la oscuridad: como esto puede ser una imagen, también puede ser palabra. En la desvestidura del entramado y su frontalidad del código todo se puede reducir a un par de oraciones que evocan imágenes que escriben la misma oración. Una película que tras 44 años se descubre a sí misma infinita, flotando entre luz y oscuridad. Es la sombra que cubre nuestra historia; la sombra que proyecta el rayo.